AL PIE DESDE SU NIÑO
El pie del niño aún no sabe que es pie,y quiere ser mariposa o manzana. Pero luego los vidrios y las piedras,las calles, las escaleras, y los caminos de la tierra duravanenseñando al pie que no puede volar, que no puede ser fruto redondo en una rama. El pie del niño entonces fue derrotado, cayó en la batalla, fue prisionero, condenado a vivir en un zapato. Poco a poco sin luz fue conociendo el mundo a su manera, sin conocer el otro pie, encerrado, explorando la vida como un ciego.
A
quellas suaves uñas de cuarzo, de racimo, se endurecieron, se mudaron en opaca substancia, en cuerno duro, y los pequeños pétalos del niño se aplastaron, se desequilibraron, tomaron formas de reptil sin ojos, cabezas triangulares de gusano. Y luego encallecieron, se cubrieron con mínimos volcanes de la muerte, inaceptables endurecimientos.
Pero este ciego anduvo sin tregua, sin parar hora tras hora, el pie y el otro pie, ahora de hombre o de mujer, arriba, abajo, por los campos, las minas, los almacenes y los ministerios, atrás, afuera, adentro, adelante, este pie trabajó con su zapato, apenas tuvo tiempo de estar desnudo en el amor o el sueño, caminó, caminaron hasta que el hombre entero se detuvo.
Y entonces a la tierra bajó y no supo nada, porque allí todo y todo estaba oscuro, no supo que había dejado de ser pie, si lo enterraban para que volara o para que pudiera ser manzana.
(Pablo Neruda)
La creatividad está ligada al hacer. Está asociada a la capacidad de inventar,
de imaginar. Una de sus características principales es la de ser activa. Crear es
hacer algo. Por ello es capaz de ponernos en contacto con nuestra energía
vital, con aquello que es fuente de vida en cada uno de nosotros. Quizás por
ello es que muchas veces la creatividad se ha visto asociada principalmente a
la niñez. Tenemos la idea de que con el paso del tiempo la creatividad decrece
y llegados a una edad madura, nuestros esquemas son rígidos y poco
creativos. Sin embargo, la creatividad no está restringida a un periodo de la
vida. ¿En qué momento es que empezamos a considerar que dejamos de ser
creativos?
Los niños y niñas improvisan canciones, se mueven inventando bailes al
escuchar una canción. Como padres, muchas veces hemos festejado estas
acciones e incluso las hemos promovido con cierta exageración. Los niños y
niñas dibujan con trazos; para ellos no es necesario que exista una forma
definida para que el dibujo esté completo. ¿En qué momento todo ello se
empieza a diluir? ¿Será cuando les pedimos que un trazo, un simple y honesto
garabato, “deba” convertirse en algo único y que haga referencia o se parezca
a algo “real”? “¿Qué es lo que has dibujado?”, les solemos preguntar. Si la
respuesta es, por ejemplo, “una persona”, nosotros buscamos los ojos, los
brazos, las piernas, los dedos, las orejas… todo aquello que nosotros
necesitamos tener en cuenta para considerar “algo” como persona. Y es que,
así, empujamos a que la imaginación quede relegada a una mera
representación de la realidad. Una manzana es una manzana; es imposible
que sea una nave espacial, la cabeza de un dragón o un foco de luz. Sin
embargo la manzana es todo ello y además manzana. El pie de un niño lo sabe
bien.
La escuela por lo general exige a sus alumnos ser creativos mientras les pide que coloreen en vez de que pinten libremente, que los árboles tengan tronco marrón y copa verde porque esos son los colores de los árboles. Las “cosas”, así, empiezan a acallar sus voces, empiezan a ocultar sus mensajes, a restringir sus opciones y empiezan a tener, incluso en nuestra imaginación, una forma única. Nuestra mirada del mundo se va alejando de la imaginación y así sobre cargamos el peso que debe tener lo “real” y “objetivo”.
Felizmente siempre han existido artistas en todas las culturas (aunque no siempre hayamos tenido la mayor aceptación y respeto por su oficio). Los artistas siempre han sido sensibles a las emociones más profundas de los seres humanos; al dolor y a la alegría, al sufrimiento y al gozo. Miran el mundo con una visión transformadora. Nos presentan el mundo desde un lugar nuevo y nos permiten ponernos en contacto con nuestra propia sensibilidad. Los artistas y sus obras tiene la capacidad de tocar el alma de los espectadores.
Nos recuerdan que los seres humanos somos mucho más que razón al invitarnos a ponernos nuevamente en contacto con nuestros sentidos. Los
artistas nos recuerdan que podemos escuchar al mundo en un lenguaje propio, un lenguaje que tanto el mundo como nosotros, a veces íntimamente, podemos hablar. Las artes nos hacen sensibles a la experiencia; nos dan la capacidad para conectarnos con nuestra propia visión del mundo y así, con nuestra propia verdad. Revitalizan nuestra imaginación.
Las artes están enraizadas en la imaginación y la imaginación nace a la par de la creatividad. Cuando hacemos arte nos conectamos con nuestros sentidos. Dejamos que una melodía nos inunde y la sintamos en el cuerpo, nos invita a movernos y a evocar palabras que son poesía. Escuchamos la música y no al compositor. La obra de arte va mas allá del creador. En la creación, nos podemos liberar de las ataduras que han acallado nuestros sentidos y nuestra propia visión del mundo y de nosotros mismos. Las artes nos pueden recordar lo que nuestra alma conoce y nos pueden acercar al fuego vital de nuestra esencia. La creatividad no es única, es lo que nosotros somos y somos capaces de hacer.
Pintemos, juguemos, bailemos, cantemos, escribamos, sonemos y soñemos.
El arte importa. La creatividad existe en cada uno de nosotros.