Extraído y adaptado del artículo Why Eco-philosophy and Expressive Arts? de Per Espen Stoknes.
Revista Poiesis: A Journal of the Arts and Communication, volumen 11, 2009, EGS Press.
La Eco-filosofía señala que muchas veces los seres humanos hablamos de la tierra o de la naturaleza como si nos encontráramos fuera de ella. Sin embargo nos hace notar que siempre estamos dentro de sus profundidades. Los humanos, así, no estamos sobre la tierra; hablamos desde ella, hacia ella y a través de ella, así como también hablamos acerca de ella. David Abram, un eco-filósofo de estos tiempos, nos dice que estar dentro de sus profundidades depende de la posición en la que se encuentra el que observa el mundo, que siempre es dentro del mismo mundo.
La Eco-filosofía intenta girar la visión centrada en lo humano (occidental y antropocéntrica), donde los seres no-humanos sólo tienen valor para el uso humano, hacia otra visión centrada en la naturaleza (o eco-céntrica), en la cual otros seres tienen una existencia propia, plena de sentido. Los seres humanos tenemos una relación sensorial y corporal con la tierra que incluye las diversas maneras y las múltiples voces
con las que ella nos habla.
En el campo de las artes expresivas entendemos que las “imágenes de la imaginación” tienen voluntad y valor propios. Tratamos de ver el mundo desde su punto de vista al entrar en diálogo con ellas o intercambiando roles con ellas. Es ahí donde empieza a dibujarse el encuentro entre esta visión eco-céntrica de estar en el mundo y las artes expresivas.
En la práctica de las artes expresivas, estamos interesados en el lado “salvaje” y no domesticado de la belleza. Cuando enseñamos, facilitamos, hacemos coaching o consejería, invitamos a los estudiantes y a los clientes a involucrarse con un estilo de percepción más primordial o “animista”. Cuando hacemos música, preguntamos: ¿cuál es el ritmo al que esta llamando la propia música? Cuando pintamos, preguntamos: ¿cuáles
son los colores que la misma imagen desea? Cuando caminamos por un camino en la naturaleza, tratamos de notar ¿cuáles son las hojas del camino que nos llaman más la atención? ¿qué rama se nos presenta ante nosotros, de manera inesperada, para capturar nuestra atención? ¿qué es lo que esto nos quiere decir?
En las artes expresivas, invitamos al mundo a hablar a través de los materiales que nos rodean. Por ejemplo, podemos descubrir un collage en el que una lata oxidada sobresale del suave silencio de la arcilla. Así, buscamos descentrar: sacar del centro al ego para colocar en su lugar a la imaginación, en este caso, la imaginación del propio mundo.
Nuestro trabajo con las artes promueve un incremento de sensibilidad hacia el mundo. Esta sensibilidad es una herramienta muy útil en diversas situaciones y contextos donde nuestra comunión con la tierra ha podido perderse. Las artes nos hacen soltar la habitual actitud instrumental y tecnológica que tenemos en la mente y permiten que el cuerpo explore nuevamente el discurso de las cosas y del mundo que habitamos. Esto trae
consigo una”actitud salvaje”: un asombro atento que nos lleva al misterio, a loimpredecible, nos lleva a escuchar las múltiples voces que tiene el mundo no-solo-humano que nos rodea y que ha sido silenciado por mucho tiempo.